Origen
El lenguaje es uno de los
rasgos más distintivos y fundamentales del ser humano. Su aparición ha sido
paulatina, fruto de un largo proceso evolutivo cuyos orígenes se remontan a hace docenas de miles de años hasta la actualidad.
Esto ha sido posible gracias a cambios tanto biológicos como culturales. Por
una parte, el aumento de la capacidad craneal, así como las modificaciones en
órganos como la laringe han sido imprescindibles. Además, el origen del
lenguaje no hubiera tenido lugar de no ser por las necesidades comunicativas
surgidas a raíz del aumento poblacional, de las cada vez más elaboradas formas
rituales primitivas y de la toma de autoconciencia humana.
Esto hace que la comunicación
humana y animal sean radicalmente diferentes. La animal es instintiva, mediante
señales ante estímulos. La humana, en cambio, sucede mediante signos no
instintivos con un contenido social, y que por lo tanto deben ser aprendidos a
través de un largo proceso de enculturación y socialización, aunque tampoco podemos olvidar la teoría de la gramática universal, según la
cual el aprendizaje no puede ser la única explicación posible de la adquisición
del lenguaje, sino que hay que aceptar la existencia de unas reglas
lingüísticas innatas en el cerebro humano que hacen posible la adquisición del
lenguaje.
Un signo es un fenómeno o suceso sensible y perceptible que carece de sentido en sí mismo, y que solo se entiende en tanto sirve para remitir a una realidad, natural o convencional. Destaca, como signo comunicativo eminente, la palabra.
Un signo es un fenómeno o suceso sensible y perceptible que carece de sentido en sí mismo, y que solo se entiende en tanto sirve para remitir a una realidad, natural o convencional. Destaca, como signo comunicativo eminente, la palabra.
Palabra
La palabra, como se ha dicho,
es un signo lingüístico, por tanto humano, pero su definición exacta es extensa
y problemática. En principio, consta de dos componentes: el significante
(imagen perceptible acústica o gráfica), y el significado (imagen, idea,
concepto, representación mental de un referente o realidad extramental). Como
se puede ver, el significante apunta al significado y remite a él.
De esta manera, se comprueba que el lenguaje consta de una variedad enorme de signos lingüísticos a través
de los cuales podemos representarnos conceptos, y con ellos, tratar de
comprender o acceder a la realidad. Las consecuencias filosóficas derivadas del
intento de definir la palabra y sus implicaciones son evidentes.
Cultura
El lenguaje ocupa un lugar central en la
cultura y en el proceso de enculturación. Es, de hecho, con seguridad el más
perfecto y amplio sistema de signos culturales. Cada cultura, así mismo, tiene
su lenguaje o lenguajes propios y característicos, con los que posibilita la
comunicación entre sus miembros a la vez que les dota de elementos con los que
formarse ideas de la realidad. De esta forma, se puede afirmar que cada cultura
determina de un modo único y particular la manera en que sus individuos entienden
y acceden a esta realidad. De aquí que una misma realidad pueda ser abordada
diferentemente por diferentes culturas según su lenguaje. Ésta es la hipótesis de Sapir-Whorf, que debe, no obstante, ser matizada teniendo en cuenta la teoría de la gramática universal.
En cualquier caso, el lenguaje, y por tanto
la cultura, al comportar una determinada cosmovisión, constituye uno de los
factores más influyentes y determinantes en la forma de percibir la realidad,
de formarse ideas sobre ella y de interaccionar y actuar en el mundo.
Cambio
Los lenguajes lentamente varían, empujados
bien por la necesidad, bien por la creatividad de sus hablantes. Continuamente
van surgiendo nuevas palabras (el escritor Anjel Lertxundi es el creador de la
reciente palabra vasca “sarelari”) a la vez que desaparecen otras (¿Quién se
acordaría de la palabra “hipsipila” si Rubén Darío no la hubiera empleado en su
famoso poema?).
Junto con esto, han surgido las metalenguas,
la retórica, la sofística, las falacias, las metáforas, y un sinfín de recursos
expresivos que demuestran la capital importancia del lenguaje en nuestra vida y
en nuestra sociedad, convirtiéndose el lenguaje en el camino de la verdad y la
mentira, de la claridad y la ambigüedad, de la ciencia y la metáfora, del
trabajo y las pasiones, de la rabia y la esperanza…
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